Mirar: Fijar la vista con atención en algo.
Ver: Implica percibir la apariencia o aspectos externos.
Observar: Es más que ver. Es el paso inicial de cualquier proceso mental, es la puerta de entrada del mundo externo hacia nosotros mismos.
Observar es el resultado de una necesidad física, psíquica y espiritual ya que si no existiera interés o motivación, dejaríamos pasar el estímulo sin registrarlo. Según nuestro interés, observar genera el registro de una experiencia a nivel consciente o inconsciente. La técnica para observar que proponemos permite regular la atención para observar de un modo predominantemente consciente.
Aprender a observar es el fundamento de una memoria sistémica no sujeta al capricho de quienes quieren estimularlos y es la base de la Memoria Palanca del desarrollo personal. Tampoco al observar se debe dejar de lado el inconsciente. Por el contrario, se lo ubicará como aliado estratégico. Se ha comprobado que la claridad de los objetivos, el compromiso con la verdad y la concentración en los resultados son los factores de complementación entre la estructura consciente e inconsciente. Por último, cuanto mayor sea nuestro conocimiento, mejor será el resultado. La persona que sabe, puede observar lo que nadie ve.
Según Pasteur, “el azar favorece sólo a las mentes preparadas”, y agregamos: que están dispuestas a aprovechar las oportunidades que les ofrece la vida para observar. Aprendamos a observar. Se trata de cultivar una actitud de asombro frente al milagro de la naturaleza utilizando correctamente la memoria.
Las fuentes para observar son
infinitas, es todo lo que se nos presenta a lo largo de la jornada: una cita, un
objeto, una carta, una idea, una persona. Flaubert decía: “que todo lo observado
detenidamente se vuelve maravilloso”.
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